No era pintor
Ya en el colegio, Ramón, el pintor, hacía dibujos extraños. Fueron pasando los años y mientras sus compañeros de clase se dedicaban a la abogacía, la tauromaquia o a la ingeniería industrial, Ramón seguía pintando aquellos seres extraños y tristes.
Pasaron los años, y no se pudo dedicar a la pintura profesionalmente porque nadie lo apreciaba. Así, viéndose sin oficio, se hizo panadero. Mientras se hacía el pan o en su casa, Ramón dibujaba aquellos rostros tristes, secos, enjutos, que a nadie le gustaban. Pasaron los años y un día llegó algo terrible. La guerra. Ese día Ramón salió a la calle y se quedó paralizado. Ramón no era pintor, Ramón era profeta.
Pasaron los años, y no se pudo dedicar a la pintura profesionalmente porque nadie lo apreciaba. Así, viéndose sin oficio, se hizo panadero. Mientras se hacía el pan o en su casa, Ramón dibujaba aquellos rostros tristes, secos, enjutos, que a nadie le gustaban. Pasaron los años y un día llegó algo terrible. La guerra. Ese día Ramón salió a la calle y se quedó paralizado. Ramón no era pintor, Ramón era profeta.
Soledad
Estoy solo,
rodeado de champús, cremas,
frías cucharas.
Tras la ventana
melenas,
de finas antenas
me amenazan,
me limitan
y me ofrecen el partido.
Los botones,
(refugio de pulgares y
vientos huídos),
se esconden
y lloran
trozos de hilo
y sangre.
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