En este Por qué he robado y otros
escritos (Pepitas de calabaza, 2018),
autobiografía de Alexandre M. Jacob, se nos muestra una vida disparada contra
una sociedad corrupta, opresiva y perfectamente normal, que provocan que el
protagonista deba utilizar el robo y la delincuencia como medidas sanadoras y
revolucionarias.
Hay un Por qué he robado que nos llama desde un tiempo pasado y agita su
mano para que lo miremos. El culpable de esta llamada en el tiempo es Alexandre
M. Jacob, que nos señala, nos invita, nos interpela. En este recopilatorio de textos
autobiográficos que ha publicado Pepitas
de calabaza en el que salvo el relato principal era todo inédito en
español, podemos encontrar robos, disparos, huidas y presidios, pero lo más
importante es lo que empuja estos actos, el motor que enciende un cuerpo que
lucha y se estrella contra un mundo torcido y deforme. Y este motor, pese a los
años, reluce. Jacob podría considerarse un anarquista, un rebelde que niega la
mayor:
los ricos no tienen que cometer delitos ni
crímenes, ya que roban y matan con el respaldo de las leyes, legalmente (…) no
matan a dos agentes de policía, exterminan patrióticamente a miles de
proletarios.
y es en esta época tan
posmoderna, tibia e indolora que los actos de Jacob y sus compañeros, «Los trabajadores
de la noche», rompen y evidencian nuestra pasividad. Sí, la nuestra, porque en
su manera de justificarse, de explicar por qué vive como vive, hay una llamada
clara al aquí y al cara a cara que podemos palpar en su lenguaje cercano y
cargado de evidencias políticas:
en cuanto tomé posesión de mi conciencia, me
dediqué al robo sin ningún escrúpulo. No caigo en la presenta moral de ustedes,
que ensalza el respeto a la propiedad como una virtud, cuando en realidad no
hay peores ladrones que los propietarios.
y es en sí mismo una llamada a
la acción, a paliar la injusticia aquí y ahora.
Alexandre M. Jacob es uno de los
«bandidos» más famosos de la historia. Negador de la propiedad privada y
ejecutor del «robo científico», causó gran revuelo en la sociedad francesa a
finales del siglo XIX.
La lectura de este Por qué he robado y otros escritos es
amena, ligera, y hace que pases sus hojas sin parar, queriendo saber qué le
pasaba al bueno de Alexandre y cómo lo llevaba a la práctica.
La necesidad de este ladrón no
es económica, sino de justicia. Y qué bien nos viene leer un relato así,
íntegro, sin miramientos ni peros en estos días en los que solamente roban los
que ya nos roban de manera sistemática y organizada y los pobres se consuelan
con la fantasía de una pequeña propiedad o veranear una semanita en la playa. «Qué
vergüenza», diría Jacob.
Ahora bien, es cierto que los
textos del final del libro, con declaraciones, textos varios y cartas pueden
ser algo densos por la multitud de detalles, pero también pueden ser un bosque
donde los caminos no dejan de empezar, y es que este libro, este río de letras
que se nos muestra, es tan solo una instantánea de una historia oculta donde
las callejuelas, la oscuridad, la lucha por una justicia propia y a la contra
son otra cara del mundo ordenado y en filas que se nos ha venido contando en la
escuela, en los medios, en la Historia con mayúscula y en muchos casos podrida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario